jueves, 5 de mayo de 2011

Niño tonto, niño listo.

Niño tonto, niño listo.

Parece ser que la Sra. Aguirre se mueve por un proceso simple de álgebra booleana. Tal vez, en su cariño por la tauromaquia, ha perdido el rumbo del toro y no sabe dónde están los cuernos y dónde el rabo, resultando difícil cogerle por donde corresponde con tanta confusión.

Ahora nos ofrece una enconada disyuntiva disfrazada de experiencia piloto. Pero para quienes hace muchos años dejamos atrás la inocencia nos cuesta discernir la diferencia entre esos términos y los de globo sonda. Ha encontrado que los vientos no le son contrarios y al parecer pretende pasar a la historia como defensora de la magnificencia educativa, con un pobre plagio de lo que es un hecho en la Comunidad de Murcia, sobre la que nada tengo que decir pues ignoro todo.

Después de bastantes años de formar parte en asociaciones de altas capacidades intelectivas, de presidir en estos momentos una de ellas, Inteligencia y Vida, de responder desde la misma a decenas y quizás centenas de consultas parentales, como poco me apenan este tipo de planteamientos. Por supuesto que pueden ser socialmente bien vistos, pero tan sólo porque todos somos socialmente analfabetos, anclados en un retraso de 10 lustros.

La creación de colegios especiales con la consideración de un currículo aceptable, e incluso notable, me parece una enorme estupidez. Por supuesto desde un enfoque puramente subjetivo y no asociacionista. Y pasaré por alto muchos motivos, pero intento hacer un esbozo.

-    La consideración de colegios de enseñanza especial lo que crea son desigualdades. Y existen, nadie lo pone en duda, pero hay que preguntarse el motivo, no quién se beneficia o perjudica como ocurre en éste caso.
-    La discriminación de unos a favor de otros, por mal que suene, podría ser justificable cuando las bases de una educación de calidad sean sólidas, no cuando naufragamos en la cola de Europa por una paupérrima legislación, por cierto transferida a las CCAA y como tal imputable a éstas.
-    Es imposible la creación de centros especiales en un terreno de igualdad pues los  medios de los centros privados y públicos es muy diferente, al menos en Madrid, y leyendo entre líneas lo que nos dice Dª Esperanza es que mejor la privada, les interesa mostrar una calidad especial para justificarse y los, aparentemente, mediocres son marginados, cuando no directamente expulsados, y créanme que lo he vivido.
-    Sin una ley marco, sin un desarrollo autonómico que apoye y beneficie socialmente en lugar del boicot sistemático en que nos encontramos, la bondad académica de un niño o un joven no se evalúa por sus resultados. De ser así quienes poseen una alta inteligencia, que conlleva en estos momentos la tasa de fracaso escolar más elevada de todos los colectivos, pasan a nutrir el gueto de los tontos (según lo que parece que son las apreciaciones de la querida condesa).
-    No existen en este país, y en casi ninguno, iniciativas institucionales para potenciar la enorme riqueza de la inteligencia, las asociaciones que nos dedicamos a ello estamos arrinconadas en el ostracismo y la indiferencia social. Y no conozco ninguna de relieve que haya sido consultada previamente a tomar estas medidas. Tal vez soy injusto y la iniciativa esté apoyada por alguna asociación internacional de tan ampuloso nombre como carencia en general de talento.
-    Si me ubico en una situación que permita pensar en un planteamiento lógico de la “experiencia”, lo que no es real, me pregunto qué ocurre una vez la etapa escolar haya concluido ¿Crearán estudios superiores especiales? Porque si la paupérrima educación escolar es notoria, las universidades no brillan especialmente por la preparación y por una enseñanza o especialización que las identifique como garantía de un futuro brillante. Reconociendo mi enorme incultura, nunca he oído ni leído que se produzca una asistencia mayoritaria a la A, B o C por la magnificencia de la preparación con que se licencian, garantía de una formación tan necesaria para el país.
-    Al parecer los docentes de esos “súper centros” del saber estarán garantizados por ¿qué? ¿una comisión con qué garantías? Seré el asno de las orejeras, pero no lo veo.
-    Por encima de cualquier consideración. Una alta calificación está sujeta a muchos factores, pero para mí lo principal es que no es en absoluto significativa de la capacidad del alumnado. Los niños y jóvenes de una inteligencia superior siguen siendo desdeñados con siglas como TDA o TDH, los especialistas en “superdotación” (para que nos entendamos) son muy pocos, mucho menos de los que se venden como tal, y por supuesto no tienen nada que ver con la realidad del profesorado, que salvo puntuales y honrosas excepciones, no han sabido apreciar a un alumno con alta inteligencia en toda su carrera. Penosamente la inteligencia vuelve a ser ignorada y marginada, cuando lo que corresponde por pura lógica y beneficio nacional, además de individual, es la potenciación de sus capacidades.

Sra. Aguirre, no nos regale más jamones que las casas están llenas. Si no existe una política educativa adecuada no pueden existir colegios de élite… sin saber claramente a qué tipo de élite nos referimos, y aún en caso contrario sería muy discutible.

Pretende seguir el modelo EEUU pasando por alto la totalidad de las premisas que la legislación de los Estados plantean a nivel educativo. En todo el mundo, y en España de forma muy palpable, las calificaciones infantiles dependen generalmente de los padres y su formación y de los colegios que puedan pagar, muy por encima de las cualidades de cada uno y de su potencial. Pasando por alto que los centros a impartir esas enseñanzas no pueden ser los públicos, carentes de medios, serán los privados.

Sería duro, pero honrado, reconocer que los niños con altas capacidades, los verdaderamente inteligentes, no le interesan, suelen ser problemáticos, no es buena idea para usted.

José Luis Freire