jueves, 26 de septiembre de 2013

Todos normales, todos especiales

La sociedad, en su lucha por el poder y el control del individuo, coloca unos baremos que son impropios para el ser humano: la belleza, tocar un instrumento con una perfección exagerada, sacar títulos a destajo en todo lo posible.  Personas que se sienten inferiores, impiden que otros que pueden tener algo superior e impiden su desarrollo exigiéndoles más de lo que pueden dar y si ven que consiguen los objetivos, entonces los desacreditan por pura envidia.

Todos, absolutamente todos, somos especiales  somos discapacitados, porque hay tareas que ni podemos hacer ni podemos asumir. Sin unos estudios adecuados, nadie puede ser médico o policia. Es posible tener la capacidad de aprender y desarrollar estudios matemáticos porque la lógica está más desarrollada o ser capaces de observar y retener lo aprendido pero hay que tener la capacidad, igualmente, de saber usarlo en su debido momento.

Por otro lado somos especiales porque tenemos dones fabulosos en nuestro interior y en el físico que nos ayudan a solventar mil peripecias.

Así que habrá puntos en los cuales un discapacitado puede superarse a sí  mismo  y otros en los que un superdotado necesite ayuda. Como seres humanos, la perfección total es difícil de conseguir y máxime cuando es relativa, a ojos de quienes están en nuestro entorno.